Las tarjetas de crédito y débito están cambiando, al igual que los procesos para emitirlas. En un esfuerzo por aumentar la seguridad y expandir las formas en que pueden usarse las tarjetas, Mastercard y Visa desarrollaron conjuntamente el estándar EMV para tarjetas de pago con chip. Se puede pensar que contienen un sistema en una tarjeta que protege los datos del titular de la tarjeta, las credenciales de pago y las aplicaciones basadas en la tarjeta, lo que hace que sea prácticamente imposible extraer información y crear tarjetas falsificadas, que es una de las mayores fuentes de fraude con tarjetas de banda magnética tradicionales. Cuando la tarjeta se presenta en una terminal POS o cajero automático y se ingresa un PIN, tanto la tarjeta como el titular de la tarjeta pueden autenticarse de manera segura y aprobarse las transacciones.
Más allá de las tarjetas EMV, los emisores y las oficinas de personalización se enfrentarán a un conjunto más amplio de preguntas: ¿cómo se manejarán las credenciales de pago en el futuro y dónde residirán? ¿En una tarjeta? ¿O en plataformas que el emisor no necesariamente controla, como lo son el teléfono móvil de un cliente o una aplicación basada en la nube? Y a medida que el aprovisionamiento de credenciales de pago se vuelve más dinámico y potencialmente agregado y federado en forma de billeteras, ¿quién será responsable por la seguridad y dónde recaerá la responsabilidad en última instancia? A medida que evolucionan los procesos de acreditación y de pagos, los emisores de tarjetas deben desarrollar procesos ágiles si quieren seguir beneficiándose de este ecosistema cada vez más interconectado.